Quizá te relaciones con esta situación:
Un amigo te pregunta si puedes llevarlo a su casa. A pesar de que te va fatal porque vive contrario a tu ruta, le dices que sí, porque no quieres que se enfade contigo.
O, crees que mereces un mejor horario de trabajo, pero no lo hablas con tu supervisor o con recursos humanos, porque piensas que puedes generar problemas.
Pues bien, en cualquiera de esas dos situaciones, debiste haber dicho lo que pensabas.
Muchas personas aceptamos situaciones de manera pasiva y, como un vaso que recibe gotas de agua y se va llenando poco a poco hasta que reboza, vamos viendo como perdemos el respeto por nosotros mismos hasta que, como el vaso, llegamos a un punto de no retorno y explotamos de ira. Luego vienen las consecuencias.
Esta afirmación suena contradictoria viniendo de una periodista. Se supone que somos expertos comunicacionales. Ustedes pensarán que, en mi caso, debería ser pan comido, ser asertiva. La realidad es que no.
La asertividad es una destreza social y una habilidad comunicacional que nos permite expresar nuestras emociones y pensamientos de manera honesta, sin agresividad o pasividad, respetando a los demás, pero sobre todo respetándote a ti mismo y a tus necesidades. La persona asertiva se expresa en total libertad y no trata de “ganar” una discusión. Busca abrir un canal de comunicación y de escucha.
Güell y Muñoz comentan en el libro ‘Desconócete a ti mismo’ que, la conducta asertiva protege ante intentos de manipulación, en los que una persona se ve presionada para que tenga conductas que no desea realizar; por tanto, la asertividad favorece relaciones interpersonales, fomenta la autoestima y el autocontrol emocional.
En asertividad se dice lo que se piensa y la buena noticia es que se puede aprender.
Dando pequeños pasos, en situaciones sencillas, con personas de confianza. Poco a poco iras confiando en tu destreza de decir lo que piensas con total claridad, paz emocional y en un clima de respeto.
Diciendo NO cuando debes decir no, sin dejar de ser considerado, de manera simple y directa, porque no hay necesidad de dar muchas explicaciones. Tampoco te disculpes por decir lo que quieres, sientas o piensas. Dilo y espera respuesta. Ser asertivo es comunicar.
Habla en primera persona. En lugar de decir: ¡No lo hagas así!; Siempre llegas tarde; No puedo hacer esto; Nunca conseguiré ese trabajo, así que no presentaré una solicitud.
Diga: Hagámoslo de esta manera; trata de llegar a tiempo; Haré mi mejor esfuerzo; Aplicaré a ese trabajo, tengo que intentarlo.
Recuerda que la comunicación es un trío, verbal, corporal y entonación. Cuida los tres. Habla con claridad y en voz alta sin justificar o explicar tu opinión, ya que esta es una característica de las personas no asertivas porque buscan agradar por consiguiente se sienten obligadas a explicar.
Al principio no será muy fácil, pero para lograr objetivos y metas es necesario ser pacientemente tozudo, es decir persistente.
Siempre habrá situaciones en los que la comunicación dejara de ser asertiva a ser pasiva o agresiva para lograr objetivos.
La asertividad alimenta la confianza en uno mismo, mejorando así la autoestima. Optimiza el control de tu vida y tus emociones, y mejora sustancialmente las relaciones con los demás y está estrechamente relacionada con la empatía. En la asertividad se defienden las palabras que se pronuncian, y en la empatía se entienden las palabras que los demás pronuncian.