Mientras camino por mi vida como esposa y madre católica, me gustaría compartir mi perspectiva de lo que nosotros, como padres, deberíamos responder a un hijo o hija que se declara gay y cómo deberíamos reaccionar.
En este artículo, no discutiré si la homosexualidad es un trastorno mental o un pecado. No soy experta en el tema. Soy una madre dispuesta a ayudarte a ti y a tu familia en el proceso de salir de tus hijos.
¡Mamá, soy gay! Esta debe ser una de las confesiones más duras que un niño tiene que decirles a sus padres. Para ellos, tiene que ser como un peso pesado sobre sus hombros que necesita bajar.
Sé y entiendo que estar en esta situación puede ser una gran lucha para muchos padres que temen que uno de sus hijos admita tener atracción por el mismo sexo (SSA). No es una afirmación fácil de escuchar ni de realizar. Entonces, si fuera el caso, que uno de tus hijos se declara gay, nosotros, como padres, debemos abrazar el gran papel que tenemos en la familia y en la sociedad.
Tenga en cuenta que usted es el padre de ese niño. Agradece y di: Este es mi hijo/hija y no de nadie más, asegurándote de que con tu cuidado y amor su vida sea lo mejor que puedas brindarle.
Entonces, mientras camino por mi vida como esposa y madre católica, me gustaría compartir mi perspectiva de lo que nosotros, como padres, debemos responder a un hijo o hija que se declara gay o lesbiana y cómo debemos reaccionar. .
Escucha. Deje que su hijo exprese todos sus sentimientos con el corazón abierto. No reaccione con desilusión, aversión o ira. Mostrar empatía y amor. Abrázalo si lo sientes necesario.
Control. Mantenga la calma, respire profundamente y guarde silencio. No interrumpas.
Animar. Una vez que haya abierto su corazón, hazle saber que pase lo que pase, eres su madre/padre y que lo amas. Explique que no hay nada de que avergonzarse y señale que todos tenemos dificultades en la vida.
Sugerir. Presente diferentes opciones: por ejemplo, ir a terapia o asesoramiento. Le ayudará a sobrellevar toda la angustia emocional que trae salir del clóset al mundo. Es el soporte ideal para organizar pensamientos y sentimientos. Considere esta opción no solo para su hijo sino para la familia.
Si no acepta ninguna de las sugerencias anteriores, siempre asegúrele que lo ama y que pase lo que pase, usted y su familia están y estarán siempre ahí para él.
Rápido. Siempre dile que lo amas y muéstrale tu cariño. Los abrazos y las muestras de cariño siempre serán bienvenidos.
Silencio. No hable más sobre el tema, a menos que su hijo quiera hablar sobre eso.
Rezar.
Debe mantener una relación amorosa, afectuosa y abierta con su hijo después de hablar con usted. Ya es bastante difícil para ellos lidiar con las críticas y las miradas de extraños, sus compañeros, en la calle, en la escuela, en la universidad, en los medios de comunicación, como para lidiar con eso en casa, con su propia familia.
Recuerda, el hogar es el lugar donde te sientes seguro, protegido. Dentro de la familia, encuentras comodidad, felicidad y autodeterminación. No sermonees, tus palabras pueden no tener sentido después de un tiempo. Tampoco prediques. Tal vez quieras acercar a tu hijo a Dios, y a la iglesia, pero puedes poner en peligro la fe de tu hijo y provocar la reacción contraria.
¿Qué pasa si mi hijo mayor trae a su pareja, qué debo hacer?
Para mí, esta es una respuesta simple. Lo trataré con amor y respeto como si fuera la novia de mi hijo o el novio de mi hija. Algunos padres pueden decir: “No los recibiré en casa”, yo estoy completamente en desacuerdo con esa afirmación. Si rechaza a la pareja de su hijo, también lo está rechazando a él.
Piense en ello como si su hija queda embarazada del matrimonio y decide vivir con el padre de su nieto. ¿Los rechazarás? No me parece. ¿O qué pasaría si su hijo admite que está usando drogas? ¿Le dirás que se vaya de tu casa? Seguro que no lo harás y todo lo contrario, ofrecerás ayuda y apoyo de profesionales.
Aceptar y dar la bienvenida a los amigos de su hijo es un gran paso para usted y su familia. Tu hijo definitivamente se sentirá amado, apoyado y apreciado. Si cree que necesita estipular reglas, hágalo. No hay nada de malo con las regulaciones del hogar, pero asegúrese de explicarlos por qué.
¿Qué pasa con el resto de los miembros de la familia, qué debe hacer?
Así como tu hijo te confesó su intimidad, lo hará con los demás miembros de la familia si quiere y cuando quiere hacerlo. Esta es una situación de libre albedrío. No es tu posición decirlo. Él decidirá quién requiere saber. Y recuerda, no estamos hablando de una enfermedad contagiosa o de un virus. No hay nada excepcional que deba ser contado.
Las familias felices se aman, hacen todo por amor y se aceptan por amor. Uno nunca sabe de lo que es capaz hasta que comprende el verdadero significado del “amor”, el amor aprendido a través y dentro de la familia. Entonces, por amor, todos lo entenderán y, si no lo hacen, es crucial intervenir y explicar su posición a su debido tiempo.
Mantener la armonía y los lazos familiares en paz contribuye a la salud mental de todos los miembros de la familia, especialmente de tu hijo.
El amor comienza con los esposos y crece en sus hijos. Un sacerdote me dijo una vez: ama más a tus hijos cuando no hacen lo que esperas. Ámalos con amor duro. Esto quiere decir que amar no es contemplar ni mimar, es todo lo contrario. Amar es corregir a tiempo, hablar abiertamente, escuchar con detalle, comprender...
Entonces, si tu hijo te confiesa que eres gay, solo recuerda esto:
El amor es paciente, el amor es amable. No tiene envidia, no se jacta, no es orgulloso. No deshonra a los demás, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no lleva registro de los errores. El amor no se deleita en el mal, sino que se regocija con la verdad. Siempre protege, siempre confía, siempre promete, siempre persevera. El amor nunca falla.
1 Corintios 13:4-8