Ser periodista siempre ha sido más que una profesión para mí; es una pasión que me impulsa a buscar la verdad y contar historias que merecen ser escuchadas. Desde niña supe que quería dedicar mi vida a este oficio. Mis primeros días en la universidad lo confirmaron. La emoción de investigar, entrevistar y escribir me llenaba de una energía indescriptible.
Recuerdo una de mis primeras entrevistas para televisión, con una mujer que había perdido su vivienda y todo lo que tenía dentro. Quedó en la calle. Su historia me conmovió profundamente y me hizo dar cuenta del poder que tiene el periodismo para dar voz a los que no la tienen. En ese momento supe que estaba en el camino correcto.
Sin embargo, a medida que avanzaba en mi carrera, me di cuenta de que las oportunidades en mi país eran limitadas. La situación económica y política dificultaba el ejercicio libre y seguro del periodismo. Recibí varias amenazas verbales. Luego sufrí agresiones físicas. Fue entonces cuando tomé la difícil decisión de emigrar. No fue una elección fácil, pero sabía que era necesaria para proteger a mi familia y brindarles la oportunidad de vivir en un ambiente seguro y crecer tanto personal como profesionalmente. Para mi esposo y para mí, significó comenzar de nuevo a los 40 años de edad.
Emigrar me permitió descubrir nuevas culturas y expandir mi perspectiva del mundo. Realicé varios trabajos manuales antes de reencontrarme con el periodismo. Recuerdo mi primer día en una redacción extranjera, donde todo era nuevo y desafiante. Aunque yo hablo inglés desde muy joven, el idioma era una barrera, - nada como escribir en tu lengua materna - y las diferencias culturales eran obstáculos que tuve que superar, pero cada desafío me hizo más fuerte y más decidida a seguir adelante.
Uno de los desafíos más grandes fue adaptarme a un nuevo entorno laboral. En mi país, estaba acostumbrada a una forma de trabajar y a ciertas expectativas. En el extranjero, he tenido que aprender nuevas normas y adaptarme a diferentes estilos de comunicación. Hubo momentos en los que me sentí abrumada y dudé de mis capacidades, pero pensar en mis hijos sumado a cada pequeño logro me dio la confianza para seguir adelante.
Una anécdota que siempre llevo conmigo es la del programa especial por el Mes de la Herencia Hispana en el que trabajé como productora. Al escuchar las historias de otros inmigrantes, me di cuenta de que, aunque nuestras razones para emigrar eran diferentes, todos compartíamos el mismo deseo de buscar una vida mejor. Esa conexión humana me inspiró a seguir contando historias que importan.
El proceso de adaptación también incluyó aprender a navegar un nuevo sistema de medios. En mi país de origen, las dinámicas y las prioridades eran diferentes. Tuve que familiarizarme con las nuevas tecnologías y plataformas que se utilizaban en mi nuevo entorno. Esto no solo me ayudó a mejorar mis habilidades, sino que también me permitió innovar en mi trabajo.
Además, la adaptación cultural fue un aspecto crucial. Comprender las costumbres y tradiciones locales me ha ayudado a integrarme mejor y a entender las historias desde una perspectiva más profunda, con empatía. Participar en eventos laborales y festividades locales me ha permitido construir relaciones más sólidas y auténticas con las personas a mi alrededor.
Otro desafío personal fue estar lejos de mi mamá y hermano. La soledad y la nostalgia fueron difíciles de manejar al principio. Sin embargo, encontré consuelo en mis hijos y esposo, en mi papá que nunca me desamparó, y especialmente en mi mamá neoyorquina, Desirée. Mi trabajo y las nuevas amistades han sido bastones de ánimo. Cada historia que contaba me acercaba más a mi nueva vida y me ayudaba a no extrañar lo conocido.
La creación de mi blog y pódcast, Nuestro Estilo de Vida, es una muestra de esa pasión por el periodismo. A través de estas plataformas, he podido compartir mis experiencias, conectar con una audiencia más amplia y continuar mi misión de contar historias que inspiran y educan. Cada entrada de blog y cada episodio de pódcast es una oportunidad para explorar temas que me apasionan y para dar voz a aquellos que tienen algo valioso que compartir.
Hoy, miro hacia atrás y veo que cada paso y cada sacrificio, valió la pena. Mi historia es testimonio de que, con determinación y pasión, podemos superar cualquier obstáculo, alcanzar metas y lograr objetivos. Ser periodista no solo me ha permitido informar, sino también inspirar y conectar con personas de todo el mundo.
Y a ustedes, quiero agradecerles por acompañarme en este viaje, mi viaje como periodista y de cómo la pasión pasó a emigración. Espero que mi historia les inspire a perseguir sus sueños, sin importar los desafíos que enfrenten. La vida está llena de oportunidades y, con la actitud correcta, determinación, dedicación y optimismo, podemos alcanzar cualquier meta que nos propongamos.
Es importante recordar que en cada experiencia, ya sea positiva o negativa, siempre tenemos la oportunidad de transformarla en algo realmente significativo. De nuestras vivencias podemos extraer lecciones valiosas que nos ayudan a crecer y evolucionar como individuos porque somos los arquitectos de nuestra propia realidad y los únicos capaces de darle un significado especial a cada experiencia que vivimos.